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Recuerdos, tantos recuerdos. Souvenirs (IV)

De cada viaje traemos recuerdos, tantos recuerdos en fotografía y en memoria que en ocasiones sentimos la necesidad de hacer de ellos algo tangible. Los recuerdos suelen aparecer solos, de la nada, y así conforman nuestra particular galería de

recuerdos, tantos recuerdos…

Será porque no tuve agujeros en las orejas hasta los 14 años (mis padres no quisieron “marcarme” al nacer) esa cosa estilo vaca que por lo menos antes se llevaba tanto, así no había duda de que el engendro era niña-, momento en que decidí que me iba por mi cuenta a hacérmelos al Centro de Salud de mi barrio. Será porque mis primas eran entusiastas de este adorno, y ellas mi modelo a seguir. El caso es que desde entonces los pendientes son un objeto fetiche para mi. Rarísimas veces salgo de casa sin ellos puestos, porque si no, es como si fuera desnuda, como si mi cara no tuviera gracia, como si faltara algo esencial en mi expresión. Por cierto que más adelante me hice más agujeros, hasta tener los cinco actuales, pero de los que ya sólo uso tres.

Esta rebelde es Alicia Ortego, autora de Los Viajes de Ali, un blog que ya recomendé en la entrada “Viajar de verdad” y que para mí es una referencia en cuanto a viajes a África, aunque no solo va por allí.

Los viajes son la gran excusa para ampliar la elección de pendientes de cada mañana. En realidad es “mi” compra, la única que realmente quiero hacer, el recuerdo que realmente quiero tener de un lugar, y me frustro cuando no lo logro… algo que ocurre en algún destino. Porque que cuando no veo los pendientes para mi, no los veo.   Porque sí, los pendientes que compro me tienen que “llamar” de alguna forma. Prefiero que remitan a la artesanía o al lugar donde estoy, pero no por eso me voy a comprar un sombrero mexicano en forma de pendientes, o un par de miniguacamayos, ja, ja, ja. Ah, y no suelo pasar de un par de pendientes por viaje, no me gusta acumular.  

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La verdad es que es difícil de explicar cómo hago la elección. Igual que los viajes, cada par de pendientes es un mundo. De hecho, son los recuerdos de un momento de ese viaje, un lugar específico (tienda, puesto callejero…), un regateo, una sonrisa, una explicación. Recuerdos que no se me olvidan por muchos años que pasen. Señal de que son especiales para mi ¿no? Y sí, suelo conservarlos además de usarlos mucho, pero algunos han ido perdiéndose por el camino.

Si paráis a pensarlo, los pendientes son pequeños-grandes recuerdos, que son utilizables -muy importante-, no ocupa espacio, no pesa, y generalmente no tiene por qué implicar un gran desembolso económico. De hecho, no me gustan ni los oros, ni los diamantes, ni los “pedrolos”. Prefiero la plata, alpaca, madera, rafia, lava volcánica, o cualquier otro material que considere me favorezca y que además no sea lujoso, porque no me interesa exhibir lujo, ni creo que vaya conmigo.

Mi tesoro más preciado en esto de los pendientes son los aros que compré en el bazar de Sarajevo cuando tenía precisamente 14 años, en el año 1986, es decir, antes de la guerra (de Yugoslavia). Viajaba con mis padres y hermanos, y precisamente ese año inauguraron una pequeña costumbre: darnos un poquito de dinero local para que lo gastáramos en lo que quisiéramos, en los recuerdos que quisiéramos llevarnos de ese viaje. No hacíamos más compras que ésta, y yo lo invertí en mi primer par de pendientes viajeros. Y hasta hoy! 30 años con estos pendientes que sigo utilizando. Espero no perderlos ahora que lo he dejado escrito por aquí (suena supersticioso, pero la Ley de Murphy es así). Por cierto que el diseño es de origen turco, como me explicó el joven que regentaba aquella tiendita.

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Los últimos pendientes que he traído, del último viaje que he realizado, los compré en Budapest y tienen una bonita historia encerrada, así que no me resisto a contárosla: último día en esta bella ciudad y yo aún no había encontrado “mis” pendientes. Paseando por un mercadillo del centro, me paro en un puesto que ofrece unos diseños como antiguos. Le pregunto a la mujer que los vende, que resulta habla perfectamente el español, y me cuenta que los hace ella con papeles de las guardas de libros antiguos rescatados de la basura. Papeles que fueron pintados a mano, algunos con polvo de oro como los que yo decidí comprar por 6 €. No sólo eso, es que además te cuenta la historia del libro de donde procedía ese papel… en este caso, una historia de princesas. Nunca olvidaré la amabilidad de esta mujer, las pequeñas historias de los pendientes por los que me interesé, ni el material de mis pendientes. ¿Se puede uno llevar recuerdos tan bonitos de un viaje? Pues no, Ali. Éste último es muy difícil de superar.

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Un recuerdo tremendamente original es el de la compañera Sarah Y. Richards, que además escribe un blog muy práctico titulado Bueno, Bonito, Barato y que se acoge a esos tres aspectos. Es una forma de lo más corriente de llevarse recuerdos, pero que al final nadie hace de esta manera.

Colecciono fotografías en blanco y negro de fotomatón. Toma recuerdos de moda.

Así es, voy a contracorriente. Mientras que la mayoría de viajeros se inmortalizan con selfie stick y gopros, yo viajo en busca de fotomatones. Pero no cualquier fotomatón, solo me valen los antiguos: con cuatro poses y con fotos monocromáticas. Hasta me he planteado viajar con atrezo en el bolso para hacer estas fotos más divertidas. Con amigos o en pareja siempre son divertidas de tomar, y como hay cuatro fotos sabes que en alguna saldrás bien. Lo malo es que no suelen ser baratas (al rededor de cinco euros por una tira de cuatro fotografías) y que hay que esperar entre 5 y 10 minutos para obtener el botín. Suelo guardarlo en mi cartera o en mini-marcos en mi mesilla de noche, así tengo a mis amigos siempre cerca de mi, esté donde esté. 

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Las dos últimas que me saqué con mi marido -la de la derecha  feria de Sylvan Beach, Nueva York y la de la izquierda en la estación Warschauer Straße de Berlín- las tenemos de cabecera de la cama, para tener sueños viajeros.

Éste que os cuento ahora es de mis preferidos. Es mágico, divertido, lleno de fantasía. Los chicos de Nubes Viajeras nos cuentan cuáles son sus recuerdos:

Imagínate que un pequeño personaje, curioso y observador, en medio del desierto te dijese: “S’il te plaît…dessine-moi un mouton!” Después de la sorpresa, ¿cómo te ibas a negar a ayudarle, viendo su delicadeza e ingenuidad? Estamos hablando, sin duda, de “El Principito” al que hemos hecho un poquito nuestro. Nos gusta leerlo y descubrir frases repletas de mensaje. Viajando “de planeta en planeta” como él, buscamos una copia en el idioma local. “El Principito” ha sido traducido en más de 250 idiomas y dialectos, incluido el sistema braille, así que aún nos quedan muchísimas ediciones curiosas por conseguir en nuestros viajes. ¡Es un souvenir con mucho juego!

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Tenemos muchos recuerdos de nuestras búsquedas del tesoro, porque cada búsqueda es diferente, es como si dibujásemos una oveja nueva cada vez (atención a la metáfora). Por ejemplo, en Laos, tras mucho preguntar, conseguimos una edición bilingüe laosiano-francés en una pequeña librería de Vientiane. En Birmania la búsqueda fue difícil, pero divertida, ya que al decir que queríamos la historia de un pequeño príncipe nos enseñaban libros del Buda, pero finalmente dimos con él en Yangon. También son muy curiosas las traducciones en dialectos, como por ejemplo, ahora que estamos en Roma, lo hemos encotrado en romanesco donde se llama “Er Principetto”. En la foto te enseñamos alguno de los ejemplares que tenemos.

Otro que se guarda ejemplares, pero de muy diversa índole, es Bo Saldaña, un trotamundos con base actual y fugaz en Málaga. Firma un blog que solo con el nombre te pone de buen humor: El Mundo OK.

Cuando me preguntan cuáles son los recuerdos o souvenirs de viajes que tengo en casa, normalmente suelo decir y coincidir con muchos de mis familiares y amigos, entre ellos los clásicos recuerdos: imanes de ciudades, algunas tazas, camisetas o postales de viajes, por los cuales me siento muy orgulloso de estas colecciones, que las tengo repartidas entre mis casas y algunas de ellas se han ido perdiendo con las mudanzas también.

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Lo que más llama la atención cuando lo cuento es que colecciono o guardo los boarding passes de los vuelos, tanto en forma impresa y en mi cartera digital; y aunque suelen desaparecer las letras con el paso del tiempo, son los recuerdos que me traen en mente el inicio de mis aventuras, porque creo también que toda aventura se inicia con un vuelo (en el caso de que sea el avión tu principal medio de transporte) y así vas cruzando varios continentes, mares u océanos.

Este especial hobby con los boarding passes se inició cuando al principio los guardaba para reclamar mis millas a las aerolíneas en caso de haber algún error y así se han ido quedando en mis archivos, que de vez en cuando me gusta mirar o enseñar a mis amigos cuando me lo piden.

Si ahora mismo me preguntas hasta cuándo durará esta singular afición, te digo que no lo sé, ya que ahora con las nuevas tecnologías, estos especiales recuerdos, los guardo últimamente en el correo electrónico (cuando sea disponible) en formato PDF o como passbook en el móvil.

¿Quién se imagina lo que los integrantes de uno de los blogs más punteros del momentos se pueden dedicar a traer como recuerdo? Pues se lo hemos preguntado a los componentes de Chavetas, Isaac y Paula, y esto es lo que nos han contestado:

Son tantas las colecciones y recuerdos que nos traemos en los viajes que no sabría por donde empezar a contar, desde las habituales bolas de nieve hasta una de souvenirs de tortugas del mundo, jaja (mejor no preguntar). Pero entre todas hay una que nos hace especial ilusión.. !!los billetes y monedas del mundo más allá de los que están en circulación!!
Todo empezó en el viaje a Jordania de hace ya casi 10 años, donde en un anticuario vimos billetes de Irak con la cara de Saddam. Lo que en ese momento era una mera curiosidad nos llevó a buscar estos recuerdos por todos los países que hemos ido visitando desde entonces y la colección se ha ido incrementando, no solo con las monedas de uso actual, sino con billetes de años importantes en la historia del país como en la reciente Bulgaria, Myanmar, Irán o hasta los más lejanos Vanuatu o Tuvalu.
La realidad es que se han convertido ya en piezas de nuestro propio museo particular y que si algún día podemos habitar una casa algo más grande, las pondremos en algún rinconcito destacado (seguramente junto a las bolas de nieve y tortugas, recuerdos que no faltarán, jajaja). Lo más normal del mundo, la bola de nieve junto al billete con el careto de Saddam Hussein, ¿quién no lo tiene en su casa?

Si lo nuestro es un blog de cosmética y maquillaje, cabe pensar que nuestros recuerdos de los viajes serán productos de utilidad para nosotros. Es el caso, por ejemplo, de Miriam, autora de mirblackbeauty, que aprovecha sus escapadas para probar nuevas líneas y marcas:

Siempre suelen ser cosas que en España no estén, y si están seguro que no tengo donde elegir, así que os voy a mostrar un poco.

En octubre de 2015 nos fuimos a Japón, un viaje de quince días que además repetiremos este mismo año.
La cosmética japonesa es realmente buena, os habéis fijado en la piel de las asiáticas? Aparte de tener otra genética tienen una tez perfecta, de envidia.

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Tienen un culto a la belleza muy, muy rico y en sus centros comerciales podemos encontrar un paraíso cosmético. Más allá de solo en centros comerciales, en los Combini (tiendas 24h) tienen gran variedad de estos productos y ya si vamos a una Droug Store podemos perdernos y no salir nunca de ellos. Todos estos productos posiblemente podríamos encontrarlos en Ebay si dedicamos horas y horas a buscarlos, pero estarán con su precio real triplicado y tardaremos cerca de 3-4 semanas en recibirlos. Voy a añadir que, si te quieres teñir el pelo de negro azulado, te tienes que comprar un tinte de hombre. Para mujer no se fabrican.

Aquí os pondré mi joya de la corona, productos de Jill Stuart. Una marca de una diseñadora americana que tiene una línea de cosmética y maquillaje. Curiosamente esta línea solamente se vende en Japón, Hong Kong y Singapur. Es una marca de gama alta, así que los precios son más elevados.

 

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Esto es lo que tiene escribir un blog de belleza…

 

No hace muchísimo también fuimos de viaje a Nueva York, diez días, y como imaginaréis me traje conmigo también productos de belleza. En este caso arrasé en Victoria’s Secret, porque en España aun no tenemos, solamente dos, uno en Barajas y otro en El Prat. No hace muchísimo también fuimos de viaje a Nueva York, diez días, y como imaginaréis me traje conmigo también productos de belleza. ¿Qué me traje? Pues un neceser y dos kits de hidratante corporal y brumas corporales a falta de poder elegir solo una.

Y entonces llega Olga Bárbara Grijalva y decide llevarse como recuerdos cosas que vaya a tener presentes la mayor parte del día, así no se le pasan las ganas de viajar. Olga escribe en el blog Charcotrip.

Cuando voy a un nuevo país uno de los recuerdos que me obsesiona llevarme es el pin de la bandera. Luego estos pines terminan en la banda que uso para colgar mi tarjeta del trabajo una manera de verlos todo el tiempo. Lo que yo os decía.

El problema con este tipo de recuerdos es que no en todos los países es fácil conseguir el pin con la bandera, hasta ahora el mas difícil ha sido Irán: tuve que vagar por todo Teheran buscando una tienda de recuerdos al no encontrar ninguna terminamos entrando a una que hacia trofeos y cosas así, por suerte ahí tenían pines pero eran de mayoreo cuando le dijimos al señor que solo queríamos uno nos vio con cara de locos (y hasta sospecho que nos lo cobró mas caro por ser al menudeo).

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gaolga

También he tenido algunos accidentes ya que los pines se desprenden y se me han caído. He perdido el de Suecia Image may be NSFW.
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:(
(ni modo tendré que volver) y casi pierdo el de Ucrania. Así que mientras no encuentre una manera segura de llevarlos sin que se caigan no los sacare fuera de la casa. Eso si, seguiré engrosando la colección cada vez que pueda. Aunque sean difíciles de encontrar, como lo fue en Irán.

La entrada Recuerdos, tantos recuerdos. Souvenirs (IV) aparece primero en DIABARAMA.


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